En nombre de la Fuente, en
nombre de la Potencia Una, en nombre de la Luz, en nombre del Amor, en nombre
de la vida misma, doy una vez más un fragmento de mi Sabiduría Divina a través
del verbo.
No hay realidad que exista
que no sea la del amor. Todo dolor, toda ausencia, toda soledad, todo
apartamiento, toda cuita, es del amor.
Son situaciones que el ser
humano tiene que vivir para ser consciente, para hacer presente, para ser
testigo del amor.
¿Cómo podría valorar la luz
sin la oscuridad?
¿Cómo podría distinguir la
mañana sin la noche?
El amor es la puerta a
través de la cual se vierte toda mi Misericordia. A unos les llega de una
manera y a otros de otra, siempre a través de los hermanos. Siempre a
través de mensajeros que vierten mi Luz a través de su materia o de su energía,
porque esa es la Ley, porque los seres humanos con su libre albedrío son los receptores
de esa luz y hacen de ella lo que es su voluntad, más no sólo; lo que su libre albedrío y su
capacidad de amar les permiten.
Si no hay amor esa luz
palidece, si no hay amor, esa luz se opaca y poco a poco
va perdiendo su brillantez, va perdiendo su luminosidad, se va apagando hasta
no quedar nada. Si no hay amor, el
destino del hombre es el dolor, es la soledad, es la muerte en vida. El ser humano
no quiere entender que todo lo que le acontece en sus vidas es por falta de
amor. Toda la negatividad, todas sus cuitas, todas sus carencias son producidas
por la falta de amor en sus vidas porque no abren el corazón. El amor siempre
está, la luz siempre está, pero, si cierras la puerta ¿qué es lo que va a quedar?
El amor que no se nutre, se
extingue tal y como la llama se extingue cuando el oxígeno termina. Entonces mis
hijos ¿Cuál es la lección que os dejo?
La lección es como siempre: amaos los unos a los otros, amaos a
sí mismos, porque sois el templo donde mi Espíritu habita, eso sois. Sois una parte mía, sois un
fragmento de mi Luz, un fragmento de mi Amor, eso sois. Porque
sois pequeñas células de amor que cuando se conjugan pueden hacer grandes cosas,
pueden crecer en comunidad y compartir la fuerza para crear un mundo en donde sea
el Amor la Ley Suprema. Estáis lejos mis
niños, aún estáis lejos, pero no siempre será así porque ésa es la Voluntad del
Padre.
Entonces pequeños háganse
grandes, amen sin misericordia, amen hasta que duela, una y otra y otra vez, y
poco a poco, el amor irá configurando una materia distinta en ustedes. Una
materia que no se quiebra, una materia que no envejece, una materia resistente,
una materia que puede dar como los océanos: vastos, que nunca se acaban.
Sus corazones deben ser
redondos y luminosos ¡que no haya cuadraturas!
Amad siempre, porque ésa es mi
Voluntad.
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